lunes, 20 de julio de 2015

Pido esquina... o me la escribo

Mi cumpleaños fue hace un mes y quince días. Veintinueve años que me festejé y me festejaron como si hubieran sido cincuenta, es decir, con bríos. Tanto que ha pasado en 2015, que probablemente estos veintinueve veranos sean equivalentes a mis cincuenta inviernos, y como no es cliché que uno no sabe cuánto le queda de vida, yo decidí que no podía dejar pasar la mía sin tener por lo menos una fiestecita.

Entre las sorpresas que me obsequiaron mis familiares y amigos estuvieron, envueltos en una bolsa, una novela gráfica y dos cuentos ilustrados, además de una pashmina de lunares. Sin embargo, la bolsa de envoltura —muy ambiental, porque pensaba reusarla para llevar mi comida Godínez a la chamba— fue también un regalo en sí mismo.

La emoción por los libros fue tan grande que me olvidé de la bolsita. Después, cuando la puse sobre la cómoda de mi recámara, no le encontré mayor esencia que la utilidad —pa’ llevarme mi lunch—. Los colores me gustaron y la tipografía lucía linda, pero no alcancé a vislumbrar la inscripción que coronaba la simpática y apastelada envoltura de mis fabulosos presentes. Me tiré en la cama, leí el libro en turno y poco después me quedé dormida.

La bolsa se quedó ahí, impertérrita, durante unos cuantos días. Luego vino la señora María Luisa a hacer mi recámara —¡al fin!—. Posteriormente recordé la tan mencionada bolsita, pues necesitaba cargar quién sabe qué bulto. La busqué entre el montonal de artículos personales y públicos que mi aposento resguarda. Tardó en aparecer. Al fin, la cogí. Para ese momento ya había leído uno de los libros que me obsequiaron y los otros aguardaban turno en mi buró, de manera que aquel saco de plástico albergaba chucherías, esas que fácilmente se olvidan, como el propio recipiente que las contiene. Empecé a vaciarla y entonces, solo entonces, lo vi: Do more of what makes you happy, se leía la frase de tipografía linda impresa en la bolsa. Sacudí la cabeza. Justo ese día, el tema de lo que me hacía feliz había taladrado mi mente. Aún así, demoré en reconocer las palabras; me tardé en armar la oración. Incluso tuve que traducirla: “Haz… haz más de esas cosas que te hacen feliz.”

No se trata de reconocer señales, sino de inventarlas, porque una de las pruebas de la conciencia humana es la señalización. Cuando leí esa oración en la bolsa de regalo apastelada, marqué el suceso, inventé una señal y la mandé a mi cerebro, que hizo su trabajo y arrojó la pregunta. ¿Soy feliz? Sin entrar en detalles lúgubres, este año ha sido inclemente conmigo, así que la respuesta, pese a que me resultaba obvia, me causó pesar. “No”, me dije, y tuve que hacer un hórrido ejercicio de honestidad. ¿Qué he hecho para serlo? “Nada”. Las preguntas se agolparon en mi cabeza, pedían salir, pedían contestaciones. Y mi única respuesta era que no. Como una mortaja. No. Como una manda. No.

Desde ese día, para sobrevivir, me veo en el espejo y me repito la frase de la bolsa como un mantra —en español, claro, porque soy mexicana, y en inglés luego, porque soy medio pocha y chilanga—. Haz más de esas cosas que te hacen feliz. Do more of what makes you happy. Sobrevive. Vive, sin el sobre, en la libertad de lo que quieres hacer y de quien quieres ser. Reconócete en el espejo. En las fotos. En donde haya que reconocerse. 

Y de ahí a retomar todo eso que he dejado —que porque no tenía tiempo, que porque no encontraba lo que necesitaba, que porque estaba muy deprimida, que porque soy humana y algo nos sucede que nos resulta muy fácil sabotearnos— y que me hacía inmensamente feliz. Pian, pianito. Que si un librito y luego otro. Que si una mascarilla y luego otra. Que si el ejercicio dos veces a la semana y ya veremos si en la siguiente muevo los huesos de a tres por siete.

La vida no me va a dar esquina. Ya lo acepté, pero entre todo lo que me trae felicidad, esto me llena de éxtasis, de modo que lo repetiré una vez cada siete días. Ante todo la disciplina y la constancia para construir mi propia esquina, esta que me armaré con las palabras.

2 comentarios:

  1. La felicidad está hecha de momentos que, sumados, hacen una vida más o menos feliz. Así que hay que luchar por ellos, prácticamente tienes que arrebatárselos a cada día.

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  2. De momento me he pasado 2 meses intentando que me respondas a la pregunta : cual es tu nuevo blog? 2 meses y la pregunta allí sigue colgada x DM en twitter. Pero dicen que cuando algo te importa siempre encuentras la manera de dar con ello, así que sin más que decir, concluyo: Amo leer, amo leerte, sea lo que sea que escribas tus letras y la forma en que te expresas tiene algo que me cautiva.
    Saludos desde la otra parte del charco.

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